Cómo es hacer autostop por el mundo

De Hong Kong a Bilbao a pie

Paula Muga

Paula no entiende de imposibles ni fronteras, por eso, decidió volver desde Hong-Kong hasta Bilbao haciendo autostop, descubriendo de primera mano cada uno de los lugares que atravesaba hasta regresar a su casa, aunque para eso tuviera que recorrer más de 10.000 km. Lo tenía claro, no quería sobrevolar todos estos países sin apenas conocer qué estaba ocurriendo dentro de sus fronteras. Paula es una persona viva y decidida, habla con emoción de cada una de las experiencias de este viaje mientras explica con detalle las distintas realidades que ha descubierto durante el trayecto. Escucharla hablar es aprender de la vida y del mundo.

Cómo viajar haciendo autostop

Desde que nació, los viajes siempre han formado parte de su día a día: Suiza, Alemania, Canadá, China… Paula lleva el alma viajera dentro. Conforme fue creciendo, fue ampliando la lista de destinos visitados: Roma, Londres, París, Marruecos, Lisboa, Cracovia, México, incluso un viaje por las islas griegas en el que descubrió los rincones más especiales del lugar durmiendo en sus playas. Su hermana Valentina es una de sus compañeras de viaje, su gran aventura es el destino que escogen cada año para pasar las navidades juntas. En 2016 su destino fue Vietnam, su partida de origen Hong-Kong. Tenían un objetivo claro: visitar Vietnam ahorrando todo lo posible para destinarlo a ayuda humanitaria para Siria. Hacer autostop y dormir en casas de lugareños hospitalarios les permitió poder destinar todo lo ahorrado a Activa Open Arms.

A pesar de todos los lugares visitados, su erasmus en Corea del Sur fue un punto de inflexión al ser el viaje más largo que realizaba sola. Durante este periodo recorrió el país de Norte a Sur junto con dos amigas y viajó sola por Australia. Este fue el germen de su gran aventura: volver a casa a pie desde Hong-Kong, donde estaba realizando unas prácticas.

“Cuando estaba en Corea me pasaba el día mirando el mapa y pensando a dónde podía ir. Y se me ocurrió la idea de volver a casa por tierra, aunque al final ese año no lo hice. Estando en Hong Kong pensé: ‘esta vez sí’. Mis amigos veían un montón de inconvenientes, pero a mí no se me ocurría ninguno. Además, estoy intentado aprender lo que se llama slow living, a ser consciente de cada cosa que haces. Pensé que, en vez de pasar en avión tan rápido por tantos sitios que no sabes ni qué país estás sobrevolando, quería recorrer cada lugar y ser consciente de cada paso, de cuál es la transformación de todas las comunidades. Ser consciente de cómo cambian los colores, cómo la luz se proyecta en cada esquina…”.

“En vez de pasar en avión tan rápido por tantos sitios que no sabes ni qué país estás sobrevolando, quería recorrer cada lugar y ser consciente de cada paso”.

Trabajar y hacer voluntariados mientras viajas
Recorrer el mundo sin gastar dinero

Sin pensárselo dos veces, cogió una mochila con las cosas necesarias y comenzó su viaje recorriendo Hong-Kong, Laos, Tailandia, Malasia, Sri Lanka, Nepal, India, Irán, Turquía, Bulgaria, Rumanía, Serbia, Croacia, Eslovenia, Italia, Francia y Suiza, hasta llegar finalmente a Bilbao. Lejos de una hoja de ruta con países y fechas, Paula únicamente planificaba el día siguiente, y solo fijaba destino y día cuando alguien iba a visitarla. “El día antes de cruzar una frontera yo seguía mirando en blogs cómo hacerlo, viendo por donde podía cruzar o por donde no”.

A pesar de no tener ninguna planificación, contar con Google Maps fue una gran ayuda. Únicamente con el móvil podía saber cómo llegar hasta cualquier lugar o pedir comida en cualquier idioma. Algunos días apagaba el móvil para guiarse por su propio instinto. “Si estás perdida en una calle que más da. Me da igual estar en una calle que en otra, voy a disfrutar del lugar”.

Viajar y descubrir las realidades de cada país

Viajar no es solo recorrer países y visitar sus monumentos, sino conocer su historia. Y eso hizo Paula, descubrir la historia de cada uno de los países que conforman la ruta de la seda y conocer de primera mano el conflicto de los Balcanes, relato muy distinto del que había estudiado en el colegio. Durante su travesía, realizó un curso de la ONU sobre turismo sostenible en la ruta de la seda, conociendo los lugares y sus gentes por las mañanas, y estudiándolo por las tardes. “Montarse en un camión y recibir una clase de alemán o sobre la historia de un país ha sido una gran oportunidad para aprender, aunque no pueda certificar todo ese conocimiento, ya que sigue habiendo empresas que piden un título que demuestre lo que sabes”. Descubrir Oriente y el Mundo Árabe en concreto ha sido otra de las oportunidades que este viaje le ha brindado: poder conocer su cultura, sus costumbres, esa amabilidad tan característica… un sinfín de particularidades que desconocemos a pesar de la multiculturalidad de Europa.

Mitos y realidades de viajar sola por el mundo

Viajar sola y haciendo autostop es un aprendizaje constante, pero en el caso de Paula también ha sido un choque de realidad. “Yo he viajado mucho y varias veces sola, pero nunca he sido consciente de la realidad de la mujer como esta vez. Ha sido una bofetada al ver todo lo que hay que trabajar. Y no solo en países árabes me han atacado, ha sido constante, en cada país, incluso al llegar aquí. Este viaje también me ha ayudado mucho a abrir los ojos y ver otros puntos de vista. Y es que si de una cosa me he dado cuenta en el viaje es que no somos poseedores de ninguna verdad; incluso aquellas que pensamos que son objetivas e irrefutables, no lo son. Para nosotros mover la cabeza de arriba abajo es sí, mientras que en Bulgaria eso es no. O por ejemplo vivimos en 2018, pero en Nepal es 2067. Y ocurre lo mismo con otros temas, como el de si el velo es machista. Hay mucha gente que argumenta que cuando una chica decide llevar velo por voluntad propia es porque se lo han inculcado sus padres. Pero, por ejemplo, yo ahora me estoy tapando el pecho porque también es lo que me han inculcado, y quizá yo crea que soy libre de elegirlo, pero en realidad no lo soy”.

Hablar de la aventura de Paula es hablar de miedos también, aunque parezca que ella no tenga. El punto de inflexión en su vida fue la muerte de su madre, de ella aprendió que no se ha de tener miedo a la muerte, “porque si estás preocupada por ello significa que no estás viviendo al máximo”. Desde aquel momento aprendió a relativizar el miedo, encontrando soluciones donde el resto encontramos obstáculos. “Pienso que lo que te pueda pasar, también te puede ocurrir en tu ciudad, por ejemplo, volviendo de fiesta por la noche; y si no tienes miedo a salir de fiesta, ¿por qué voy a tenerle miedo a caminar por otra ciudad?”

Sin embargo, entiende que lo lógico es pensar así, pues nos han educado con el ‘no puedes’. Durante su viaje, conoció a una profesora quien la invitó a que le hablase a sus alumnos en inglés. “Todas las alumnas estaban emocionadas escuchando mi viaje y me decían que querían hacer lo mismo cuando fueran mayores, pero la profesora les respondió que no podían porque eran mujeres, porque no tenían dinero, porque sus padres no les dejarían, etc. Y fue como cuando en el colegio decías que querías ser pintora y te respondían que no puedes. Y es que…

“Nos han dicho tantas veces que no puedes, que nos lo hemos acabado creyendo”

Cómo viajar sola haciendo autostop
Viajar para descubrir distintas culturas

“Una vez, una amiga me dijo una cosa que me encantó. Me dijo: ‘Paula, ¿te has dado cuenta de que la palabra imposible está compuesta por im-posible?’ Y es verdad, no hay barreras, todo es posible”. Su hermana Valentina es ejemplo de ello, quien teniendo un trabajo estable se dio cuenta de que sus valores no encajaban con lo que estaba haciendo: vender ropa. “Pensó que el momento más feliz en su día a día era cuando estaba haciendo yoga, así que lo dejó todo y se fue a la India a hacerse profesora de yoga. Imagínate la respuesta de la gente: mi padre tirándose de los pelos diciendo ‘a ver hija mía, tú tienes una carrera, un trabajo con un buen sueldo… con lo difícil que están ahora las cosas’. A mi hermana tomar esa decisión le costó muchísimo, pero eso es lo que la gente no ve. La gente piensa ‘¡qué suerte, haces lo que quieres!’, pero detrás de eso también hay mucha frustración y muchas dudas. Y piensas: ¿será una buena decisión? ¿lo estaré haciendo bien?”.

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Hacer un viaje como el de Paula supone tirarse a la piscina. Para ello es necesario hacer frente a todos esos miedos que nos frenan. Ella recomienda analizar cada uno de ellos para saber si realmente son personales o influenciados por personas cercanas. Además, para hacerle frente a los miedos aconseja hacer una lista sobre aquello que te frena y ver qué solución puedes ponerle: “Si se trata de dinero, haz un presupuesto con cuánto te puedes gastar, cuántos días te puedes ir. Si es miedo a que te ocurra algo por la noche, no salgas de noche, o en lugar de ir a un couchsurfing, alójate en un hostel. Además, solo necesitas cinco segundos de inmensa valentía: los cinco segundos de comprar el vuelo, o escribir a un couchsurfing; porque luego puedes pensar que la has cagado, pero ya tienes el vuelo y tienes que ir”.

“Solo necesitas cinco segundos de inmensa valentía: los cinco segundos de comprar el vuelo, o escribir a un couchsurfing”

Superar el miedo y empezar un viaje sola
Cómo superar el miedo antes de empezar un viaje

Al pensar en hacer autostop recorriendo diferentes países es casi inmediato pensar en los posibles peligros que pueden ocurrir. “Es curioso ver que en cualquier parte del mundo creen que el país siguiente es súper peligroso. Cuando me lo decían, pensaba que eso ya me lo llevaban diciendo desde tres países atrás”. El segundo freno a la hora de realizar un viaje como este es encontrar alojamiento. ¿Cómo encuentras a alguien que quiera acogerte en su casa y que sea seguro? “Cuando preguntas a los locales sobre cómo llegar a algún sitio o dónde comprar, a veces acaban ofreciéndote su casa para dormir. Pero también hay otras formas. Por ejemplo, en Irán puedes dormir en las salas de rezo de las estaciones de autobús, están separadas por sexos y están todas acolchadas. Y también hay otras opciones como Workaway, Wwoofing o Help Stay, donde trabajas un par de horas a cambio de alojamiento y comida. Esta es mi forma favorita, porque puedes estar completamente metida en el día a día de una familia marroquí, por ejemplo”.

Existen múltiples formas de viajar gratis o gastando el mínimo posible, aunque Paula recalca en que muchos destinos viven del turismo y si todo el mundo viajase gratis, esto afectaría a los países y, sobre todo, a las clases más bajas de la sociedad. “Esta manera de viajar no solo implica ir de gratis, sino que tú tienes que dar algo a cambio: conocimiento o un nuevo punto de vista, o trabajar u ofrecer tu experiencia y conocimientos. Se trata de pensar que la riqueza va más allá del dinero”, recalca.

“Esta manera de viajar no solo implica ir de gratis, sino que tú tienes que dar algo a cambio”

Viajar de forma consciente

Poder estar en contacto con la gente de a pie permite conocer de primera mano la cultura y costumbres del país. Para Paula también permite cambiar el mundo. “Creo que viajar haciendo autostop podría traer la paz al mundo, porque vas a casa de alguien del país vecino, y escuchas su historia, su punto de vista y la entiendes, y te das cuenta que no son tan malos como pensabas. Al fin y al cabo, la mayoría tenemos los mismos problemas”.