Feminismo en las zonas rurales

Beatriz Arcón

Son las 19:00 de la tarde. Bea coge sus cosas y sale por la puerta, tiene reunión de Genera, la asociación feminista de la que forma parte. En la sala de mancomunidad se concentran las socias y socios para hablar de la siguiente actividad que están preparando: un tuppersex con perspectiva de género. Unas 80 personas forman parte de esta asociación que busca promover una sociedad igualitaria e inclusiva en el entorno rural, cambiando la realidad que les rodea, la de su propio pueblo. Lejos de crear un movimiento social en zonas más urbanas dónde conseguirían más repercusión en sus actividades decidieron que era momento de apostar por su pueblo, el lugar de donde eran y la realidad que conocían para ofrecer un mejor presente y futuro para las generaciones que están, que vienen y vendrán.

La asociación surgió a raíz de la murga Las Descarás, en la que cantamos sobre violencia de género. Al principio nos decían que las murgas no eran sitio para hablar de eso, que ahí se iba a reír; y ahora ya casi todo el mundo canta sobre ese tema, y aunque al principio nos criticaron mucho por ello, si ahora no lo hiciéramos les parecería raro.

A los cuatro años, nos dimos cuenta que como murga teníamos cierta visibilidad que por separado no teníamos y que podíamos aprovecharla para ir un paso más allá. Hicimos un calendario para sensibilizar sobre la violencia de género y lo recaudado lo destinamos a la asociación valenciana Alanna que se dedica a prevenir la violencia de género y asistir a las víctimas.

Cuando hablamos la propuesta del calendario pensamos, ¿por qué no ir más allá? Unas cuantas amigas que formábamos parte de la murga nos dimos cuenta de que compartíamos unas mismas inquietudes y reivindicaciones sobre la igualdad de género, y que salir a cantar y visibilizar el problema una noche al año se nos quedaba corto, y queríamos hacer algo más.

Empezamos a hablar con gente de otras edades del pueblo y nos dimos cuenta de que, a pesar de no tener la misma edad, nos pasa lo mismo, no es algo aislado, sino que lo sufrimos todas. Compartíamos  la idea de que era necesario crear una asociación que luchara por la igualdad de género, crear un espacio más seguro y de confianza.

Hablamos de qué es lo que queríamos, y qué es lo que veíamos necesario trabajar en el pueblo. Vimos que lo que más falta hacía era en el ámbito de la educación, en el instituto, en el colegio, en el ampa…

Una de las primeras cosas que debatimos fue el nombre. En ese momento la etiqueta feminista estaba muy estigmatizada, pensábamos que si nos definíamos como una asociación feminista íbamos a causar rechazo en aquellas personas que queríamos concienciar. Por eso al principio hablábamos más de una asociación que busca promover la igualdad entre hombres y mujeres. Con el tiempo pasamos a  llamarnos asociación feminista, porque teníamos que estar orgullosas de serlo y ¿cómo íbamos a concienciar sobre feminismo si tan siquiera nosotras nos denominábamos así?

Feminismo rural

Siempre hemos tenido claro que nuestro ámbito de actuación debía ser el pueblo, ya que es donde vemos que más trabajo hay, sobre todo por los roles establecidos, la figura del hombre trabajando y la mujer trabajando de manera no remunerada en casa, lo que provoca que muchas mujeres no tengan una libertad para ser y hacer lo que ellas quieran. Con los años las mujeres de zonas rurales han ido incoporándose al mundo laboral, aunque con el problema de la doble jornada laboral. No obstante, sigue quedando mucho por hacer, para concienciar y cambiar situaciones de desigualdad.

En una charla en la que participaron mujeres emprendedoras, alguien preguntó por discriminaciones machistas que habían sufrido, y todas decían que ninguna, porque no eran conscientes. Y es que como víctima es complicado asumir que estás siendo oprimida, y como tenemos tan interiorizado que ciertos comportamientos son normales, que son costumbre no llamamos a las cosas por su nombre,… pero si queremos cambiarlas, hay que empezar a nombrarlas.

Según las estadísticas, hay mucha más violencia de género en las zonas rurales, pero no se suele contar ni mucho menos denunciar por el tema de qué dirán, sentirse señalada… Además, se suma el hecho de que muchas no tienen un empleo remunerado ni independencia económica como para salir de esa situación.

Actividades

Más allá de charlas para concienciar, nos centramos en realizar actividades culturales que fomenten una sociedad inclusiva e igualitaria. Hemos hecho dos concursos de fotografía para visibilizar la lucha contra la violencia de género, uno de ellos dirigido a jóvenes. Para promocionar el deporte femenino organizamos un campeonato mixto de balonmano, colaboramos en un torneo de fútbol femenino, y en la vuelta ciclista planteamos que se equiparasen los premios entre categorías femeninas y masculinas.

También hemos realizado actividades para pequeños, porque creemos que hay que darle más importancia a la educación, para romper con los estereotipos y roles de género que marca la sociedad . Una de estas actividades fue un taller-catálogo no sexista en el colegio, para que vieran que no hay juguetes de niño o de niña,  y que si quieren disfrazarse de Frozen o de bomberos, pueden hacerlo.

Ahora nos hemos dado cuenta que dada la cantidad de asociaciones que hay en el pueblo, que realizan actividades culturales, es casi más importante tratar de incidir en ellas para que cambien cosas que organizar las nuestras propias. Se trata de concienciar a las asociaciones y mostrarles alternativas, por ejemplo, en las discomóviles, que venga una dj o en el otoño musical que alguno de los grupos que participa en los actos musicales esté formado por mujeres; al igual que siempre se traen chirigotas de hombres, pues traer una de mujeres. Queremos intentar que en actividades como el 25N también participen más hombres, que entiendan que eso también va con ellos.

Las mujeres de Villar

Una cosa que queremos promover desde la asociación es reconocer el papel de las mujeres de Villar, nos encantaría poner  a alguna calle nueva el nombre de alguna mujer, pero no es tan fácil. Por eso, llevamos a cabo una iniciativa en la pusimos nombres nuevos para las calles, con los nombres de mujeres reconocidas de Villar, como la primera maestra o la primera farmacéutica, la primera alcaldesa del pueblo… Las calles con nombres de personas son de hombres del pueblo que han sido pioneros en alguna materia, pero ¿por qué no se ha hecho lo mismo con las mujeres de Villar? Quisimos reconocer su trabajo y fue muy emocionante, algunas de esas mujeres siguen vivas y se emocionaron al ver una calle con su nombre. Fue una iniciativa muy bonita al poder, de alguna manera, devolver el sitio que nunca se les cedió a todas esas mujeres que son ejemplo y demostraron que no hay límite y que nosotras podemos.