¿Y tú qué estás haciendo?

«¿Y tú qué estás haciendo?»

Lo han dicho, han formulado la pregunta prohibida. Quiero esconderme bajo el edredón y olvidar este momento. Ojalá me hubiese comido la lengua un gato. No sé qué debo responder. Lo que quieren escuchar, lo que quiero decir, lo que de verdad hago.

Desde que he vuelto no sé cuántas veces me han hecho esta pregunta. Antes era mucho más fácil, trabajar de lo tuyo o irte a vivir fuera para aprender inglés es mucho más exitoso. Tal vez eso es lo que yo creo. ¿También lo creerán?

Creo que la gente cree que no trabajar de lo tuyo es sinónimo de fracaso. Tal vez sea yo la que lo crea así. He decidido no trabajar de lo mío, aunque no tenga ni p* idea de qué es lo mío.

Siento el fracaso en los labios. Si te esfuerzas, lo conseguirás. No conseguir las cosas es sinónimo de fracaso. Yo no trabajo de la mío, entonces, ¿no me he esforzado? ¿o es que no valgo para ello? No trabajar de lo tuyo no parece una decisión propia, sino una situación a la que te resignas, como si no te quedase otra opción.

Cuando alguien me ve doblando camisetas o sirviendo palomitas me entran ganas de explicarles que trabajo ahí, pero tengo miles de proyectos y estoy poniendo alguno en marcha. Suena a excusa, en realidad lo es. Una vez leí que si una persona trabaja en un supermercado por el día, pero por las noches se dedica a pintar cuadros, en realidad, es artista, porque lo que realmente le hace levantarse de la cama es pintar, lo otro es su sustento. Bonita metáfora, aunque supura clasismo, la idea de que ser artista va a ser mejor que trabajar en un supermercado. Querer explicar que esa es solo mi fuente de ingresos demuestra mi clasismo, el que me han enseñado, el que nos han inculcado.

Tengo una lucha interna. He elegido este camino, esta forma de recorrerlo. Trabajar de cualquier cosa para sustentarme y llevar a cabo proyectos para volar. No me arrepiento, aunque doblar camisetas no sea mi vocación. Pensándolo bien tampoco sé cuál es, así que tampoco entiendo dónde está el problema, pero eso no hace que no me sienta mal.

Creo que el origen está en este sistema capitalista en el que hemos nacido, en el que somos trabajadores, somos números. En realidad no, pero así nos lo han hecho creer. Nos inculcan casi sin darnos cuenta, de forma imperceptible, que nuestra valía se mide por nuestros resultados, por lo que hacemos, por lo que conseguimos; y todo lo demás no importa.Y de ahí tanta lucha interna.

Solo una cosa, dejad de preguntar que qué están haciendo; y más preocupación por si son felices con lo que hacen.